Mira que iba tranquilo en pajarolo por la pista, contento ante la suerte de poder ver en primera fila un partido tan emocionante de dobles, cuando tuvo la infeliz idea de cambiar de posición para verlo desde otra perspectiva. Y fue en ese instante cuando la muerte llamó a su puerta bajo la apariencia de una pelota de tenis, acompañada de un grito, provocado por el esfuerzo y seguido por un suspiro de estupefacción, que hicieron acto de presencia y se lo llevaron al cielito de los animalillos sin siquiera darle tiempo a decir ni pio. |